En lo que se refiere al medio
ambiente, los cultivos transgénicos pueden tener efectos dañinos por las mismas
razones citadas en relación con la salud.
La toxicidad es una amenaza para la
biodiversidad y la vida silvestre, de la misma manera que lo es para el ser
humano.
Los potenciales impactos negativos
sobre el medio ambiente incluirían, además, los siguientes:
Contaminación genética
Muchos estudiosos han puesto en
evidencia que es prácticamente imposible impedir la dispersión del polen de los
cultivos transgénicos, evitando totalmente la polinización no deseada de otros
cultivos y la contaminación de ecosistemas.
En determinadas condiciones
climáticas, el polen puede elevarse a gran altura y viajar a grandes
distancias, polinizando campos muy distantes.
A pesar de que los cultivos
transgénicos ocupan un porcentaje todavía pequeño de la superficie agrícola
mundial, han producido ya una alarmante contaminación de los campos.
Aparición de plantas invasoras
Es sabido que un 10% de las especies
exóticas que el hombre ha introducido en el entorno han causado importantes
problemas, y en algunos casos auténticos desastres ecológicos.
En el caso de los cultivos
manipulados genéticamente, no existen aun estudios confiables sobre su
comportamiento e interacción con otras especies en el medio ambiente.
Se ha comprobado, sin embargo, que
los rasgos transgénicos pueden saltar con relativa facilidad a otros cultivos y
a especies silvestres, diseminándose en el medio con consecuencias completamente
imprevisibles.
La posibilidad de una rápida
propagación de los caracteres transgénicos a especies silvestres y su
persistencia ha sido comprobada en diversos estudios realizados a lo largo de
los últimos años.
En una experiencia llevada a cabo en Francia
se demostró la transferencia del rasgo transgénico (de resistencia a un herbicida)
de una variedad de colza a parientes silvestres y su persistencia después de 4
generaciones.
En general, los rasgos de las plantas
cultivadas no suponen ventaja alguna para sobrevivir en el entorno. Sin
embargo, algunos genes incorporados a los cultivos mediante ingeniería genética
pueden tener un interés considerable desde el punto de vista competitivo.
Deterioro del hábitat y pérdida de especies
En gran parte del mundo, donde la
agricultura ha transformado profundamente los ecosistemas desde hace milenios,
la vida silvestre depende del paisaje agrícola. Los cultivos transgénicos
pueden tener un importante impacto en Naturaleza, directo -por sus
características- o indirecto -por el cambio de prácticas agrícolas que
conllevan-.
El aumento de herbicidas perjudica a la flora y la fauna silvestre
Más del 80% de los cultivos
manipulados genéticamente son tolerantes a herbicidas totales, que envenenan el
medio y eliminan la vegetación que sirve de refugio y de alimento a insectos,
aves y multitud de especies silvestres en campos y linderos.
Los cultivos transgénicos insecticidas dañan a especies beneficiosas
La práctica del resto de la
superficie mundial de transgénicos la ocupan los cultivos insecticidas. Casi
todos estos cultivos llevan incorporado un gen procedente de una bacteria del
suelo, el Bacillus thuringiensis, que produce una toxina insecticida natural,
muy utilizada en agricultura ecológica aunque de forma puntual y controlada.
La siembra de millones de hectáreas
con variedades que producen un compuesto insecticida en todas las partes de la
planta y durante todo el ciclo de cultivo, sin embargo, constituye una amenaza
para especies beneficiosas.
Una de las razones por las que las
variedades Bt pueden afectar a especies beneficiosas, y no sólo a los insectos
plaga que se pretende combatir, es que en las variedades transgénicas se ha
introducido un fragmento del gen que codifica la proteína insecticida en el Bacillus
thuringiensis, en lugar de la secuencia genética completa. Como consecuencia,
la toxina Bt presente en las variedades transgénicas puede ser asimilada
directamente a través de la membrana estomacal de los insectos, a diferencia de
la proteína Bt natural, que para ser activada requiere la presencia de
determinadas enzimas, existentes sólo en el estómago de algunas especies,
comportándose por tanto de forma mucho más selectiva.
Esta diferencia entre las
repercusiones en el medio ambiente de una toxina inactiva y la presencia de una
toxina activa de forma permanente no parece haber sido tenida en cuenta en la
evaluación de riesgos.
Los cultivos Bt pueden afectar a las
poblaciones de insectos de forma significativa, con las consiguientes
repercusiones para otras especies que se alimentan o que dependen de ellos.
Acumulación de tóxicos en el suelo y
en las aguas
El aumento en la
utilización de herbicidas asociado a los cultivos transgénicos puede afectar a
especies que realizan importantes funciones en la conservación de un suelo
fértil. Se sabe, por ejemplo, que el Roundup (principal herbicida utilizado en
las variedades transgénicas, cuyo componente principal es el glifosato) induce
cambios en la comunidad microbiana de los suelos, pudiendo inhibir la
asimilación de fósforo por las plantas e incrementar la vulnerabilidad de un
cultivo a determinadas enfermedades. Bradyrrhizobium japonicum, la bacteria que
vive en simbiosis con la soja, formando nódulos en sus raíces y fijando
nitrógeno en el suelo, es muy sensible al glifosato. Debido a ello la
fumigación de cultivos MG con el herbicida dificulta la asimilación del
nitrógeno por las plantas.
Por ejemplo: En EE
UU se ha observado, además, que la utilización de crecientes cantidades de
glifosato en la soja transgénica incrementa los problemas de colonización de
las raíces por Fusarium spp, un hongo que produce grandes daños en las plantas
y cuya presencia en los alimentos puede tener efectos nocivos para la salud
humana, llegando a ser mortal en concentraciones elevadas.
Aparición de malezas y de plagas
resistentes
Uno de los
problemas del control de malezas y plagas basado en la aplicación masiva de un
herbicida o pesticida es la aparición de poblaciones resistentes que anulan la
eficacia del producto. A lo largo de las últimas décadas muchas especies se han
hecho resistentes a tantos plaguicidas que su control resulta hoy prácticamente
imposible.
En la actualidad
existen más de 200 malas hierbas que han adquirido resistencia a los herbicidas,
coincidiendo los expertos en que la aplicación a gran escala de un mismo
herbicida en los cultivostransgenicos favorece de forma alarmante la generación
de nuevas resistencias. De hecho, los cultivos transgénicos han generado ya
numerosos problemas de aparición de malas hierbas resistentes, que están
aumentando su capacidad invasora y su persistencia en algunas regiones
agrícolas.
Es sin duda alguna
necesario que se eviten sobremanera los cultivos transgénicos, ya que con estos
solo estamos contribuyendo a la degradación del planeta y al maltrato de la
tierra, de la cual todos cada día de nuestra vida nos alimentamos y alimentamos
a nuestras familias, solo es necesario hacer un estudio de quienes son las
personas beneficias, y quienes las perjudicas y nos daremos cuenta que somos
todos los perjudicados, nuestro trabajo de ingenieros ambientales no tendría
sentido sino fuéramos capaces de entender y diferenciar cuales son los efectos
negativos de cada acción, este es nuestro único planeta y si no somos nosotros
mismos los capaces de cuidarlo y protegerlo para esta generación y por supuesto
las generaciones futuras, tanto estudio y tanta tecnología no servirán de nada.
Cuidemos lo que
tenemos porque es de todos.